Fendi convierte la infancia en alta moda

En Milán, Fendi demostró que la innovación puede ser íntima y precisa. La firma convirtió el lenguaje funcional de la infancia —elásticos regulables y cintas de grosgrain— en un gesto de sofisticación madura. Sobre la pasarela, esa ingeniería discreta se tradujo en siluetas con una definición sutil y una poética de la comodidad.

Bajo la batuta de Silvia Venturini Fendi, y en pleno año centenario de la casa fundada por sus abuelos, la familia vuelve a ser discurso y motor creativo. La diseñadora, inspirada por su propio clan —con una hija esperando mellizos y nietos que ya han pisado la pasarela—, exploró cómo códigos pensados para cuerpos en crecimiento pueden elevarse al guardarropa adulto sin perder elegancia.

La colección articuló chaquetas y vestidos mediante tiras de ajuste que afinan bajos y cinturas, con un resultado sorprendentemente refinado. El casting, integrado por mujeres y hombres de distintas edades y tallas, subrayó la versatilidad de las formas y su capacidad de favorecer proporciones diversas: un argumento de diseño tanto estético como realista que sitúa a Fendi en sintonía con un lujo más inclusivo.

En el mapa internacional, donde Milán dialoga con Nueva York, Londres y París, la apuesta por la adaptabilidad y el detalle utilitario de alta gama gana tracción. Al elevar recursos funcionales a categoría de deseo, Fendi enmarca una conversación global sobre prendas que acompañan el movimiento, la personalización y la vida cotidiana sin renunciar al pulso couture de la casa.