Jonathan Anderson revoluciona Dior en París

Dior sacude París: el debut de Jonathan Anderson devuelve el pulso a la moda
Jonathan Anderson inauguró una nueva era en la maison con un debut concebido para algo más que releer códigos: reanimar el deseo y la conversación global. Bajo una pirámide de vidrio invertida diseñada por Luca Guadagnino, París contuvo el aliento. Fue un instante de alto voltaje que recordó por qué la pasarela sigue siendo un evento cultural, no solo comercial.

El espectáculo convocó una constelación de estrellas y poder institucional poco habitual incluso para la capital francesa: Charlize Theron ocupó butaca de honor; Brigitte Macron y Carla Bruni conversaron en primera fila; y la fiebre K‑pop atrajo a multitudes que amanecieron en los Jardines de las Tullerías. En la pasarela se dejó ver Sunday Rose Kidman Urban, subrayando el diálogo entre generaciones que hoy define el lujo.

Más allá del brillo, el mensaje fue claro: teatralidad inteligente y referencias museísticas como nuevo lenguaje de seducción. La escenografía de Guadagnino, que evocó al Louvre con un gesto monumental y contemporáneo, amplificó la promesa de Jonathan Anderson de revitalizar Dior sin perder el temple histórico de la casa. No hubo estridencias gratuitas, sino una puesta en escena que priorizó la idea de impacto cultural por encima del ruido.

En un ciclo marcado por recambios creativos y un ánimo aletargado en el consumo, el movimiento de Dior fija la vara para la temporada internacional: sin narrativa potente, no hay moda que trascienda. Con este debut, Jonathan Anderson inserta a la maison en el pulso del entretenimiento global —entre cine, política y fandom asiático— y reabre el debate sobre cómo deben presentarse las colecciones en un mundo que exige espectáculo, coherencia y visión.