Relaciones sin drama: contrato de comunicación
La moda siempre ha sabido que el estilo empieza mucho antes de vestirnos: está en cómo nos relacionamos. En un ecosistema híbrido y veloz, el nuevo gesto de elegancia es un contrato de comunicación que reduce ruido y eleva la confianza. Menos urgencias falsas, más sastrería emocional para el día a día.
De Nueva York a París, los equipos que levantan colecciones, campañas y fashion films trabajan deslocalizados y conectados por una constelación de emails, Slack o WhatsApp. Sin el apoyo del lenguaje no verbal, la industria adopta protocolos tan precisos como una costura invisible: qué canal usar para cada asunto, tiempos de respuesta razonables, respeto a las horas núcleo y al modo “No molestar”, criterios claros de urgencia y reuniones con agenda previa y cámara opcional. Este contrato de comunicación no es una moda pasajera; es la nueva etiqueta backstage que evita malentendidos y devuelve serenidad al proceso creativo.
La tendencia se filtra a la pasarela y al calendario: fittings híbridos, showrooms digitales y equipos que coordinan husos horarios con la misma disciplina con la que ajustan un patrón. El resultado se lee en colecciones que privilegian el confort pulido—trajes suaves, punto envolvente, loafers y bolsos tech-friendly—y en una cultura de trabajo que trata por igual a quien está en el atelier y a quien crea desde casa. En un mapa internacional reordenado tras la pandemia, la claridad en la comunicación se ha vuelto tan esencial como un buen casting: sostiene la colaboración global sin sacrificar bienestar.
También hay un impacto cultural: el gusto por lo depurado—del “quiet luxury” a la sastrería relajada—encuentra eco en una forma de relacionarnos más consciente y sin estridencias. Frente al ruido, la industria apuesta por precisión: resúmenes escritos tras cada reunión, consentimiento explícito al grabar y la etiqueta de marcar solo lo verdaderamente urgente. No se trata de frenar el ritmo, sino de afinarlo.
Información útil: un contrato de comunicación es un acuerdo explícito, no necesariamente legal, que fija expectativas sobre cómo y cuándo colaborar. Suele incluir: canales recomendados según el tema (p. ej., Slack para lo operativo, email para decisiones formales), ventanas de respuesta, horarios compartidos, uso de “Do Not Disturb”, criterios de urgencia y normas de reunión (agenda, objetivos, grabación con permiso, minuta posterior). En equipos de moda—donde conviven atelier, PR, retail y contenido—este marco reduce fricciones, favorece la inclusión de zonas horarias distintas y protege la energía creativa. Revisarlo de forma trimestral mantiene el contrato de comunicación vivo y alineado con la temporada.
Alejandro Ruiz Cortés es consultor estratégico de emprendimiento, inversor ángel escéptico y periodista especializado en innovación y startups. Nacido en Madrid en 1980, se licenció en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Complutense, donde descubrió su pasión por los modelos de negocio disruptivos y la tecnología emergente.
Con más de 15 años de trayectoria, Alejandro ha alternado su labor en medios económicos de referencia con la asesoría directa a emprendedores. Como periodista, ha publicado análisis críticos en cabeceras como Emprende Hoy y Innovación Tech, siempre poniendo el foco en riesgos, fracasos y lecciones duras del ecosistema. En paralelo, ha invertido en más de una veintena de startups, advirtiendo desde el principio sobre las altas tasas de mortalidad empresarial y la volatilidad de la financiación.